Reflexiones del compañero Fidel
Los gobiernos pueden cambiar, pero los instrumentos con que nos convirtieron en colonia siguen siendo iguales.
Por un Presidente con sentido ético en Estados Unidos, tuvimos durante los 28 años siguientes, tres que cometieron genocidios, y un cuarto que internacionalizó el bloqueo.
La OEA fue instrumento de esos crímenes. Únicamente su costoso aparato burocrático toma en serio los acuerdos de su CIDH. Nuestra nación fue la última de las colonias españolas después de cuatro siglos de ocupación y la primera en liberarse del dominio de Estados Unidos después de más de seis décadas.
"La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio", nos enseñó el Apóstol de Nuestra Independencia.
Cuba respeta los criterios de los gobiernos de los hermanos países de América Latina y el Caribe que piensen de otra forma, pero no desea formar parte de esa institución.
Daniel Ortega, que pronunció un valiente e histórico discurso en Puerto España, explicó al pueblo de Cuba que los países independientes de África no invitaron a las antiguas potencias coloniales de Europa a formar parte de la Unidad Africana. Es una posición digna de ser tomada en cuenta.
La OEA no pudo impedir que Reagan desatara la guerra sucia contra su pueblo, minara sus puertos, acudiera al tráfico de drogas para adquirir armas de guerra, con las que financió la muerte, la invalidez, o lesiones graves a decenas de miles de jóvenes en un país tan pequeño como Nicaragua.
¿Qué hizo la OEA para protegerlo? ¿Qué hizo para impedir la invasión en Santo Domingo, los cientos de miles de personas asesinadas o desaparecidas en Guatemala, los ataques de la aviación, los asesinatos de prominentes figuras eclesiásticas, las represiones masivas contra el pueblo, las invasiones de Granada y Panamá, el golpe de Estado en Chile, los torturados y desaparecidos allí, en Argentina, Uruguay, Paraguay y otros sitios? ¿Acusó alguna vez a Estados Unidos? ¿Cuál es su valoración histórica de estos hechos?
Ayer sábado, Granma publicó lo que escribí sobre el acuerdo contra Cuba de la CIDH. Sentí después curiosidad por conocer el que adoptó contra Venezuela. Era más o menos la misma basura.
El acceso al poder de la Revolución Bolivariana fue diferente al de Cuba. En nuestro país el proceso político había sido abruptamente interrumpido por un artero golpe militar que promovió el gobierno de Estados Unidos el 10 de marzo de 1952, a pocas semanas de las elecciones generales que debían celebrarse el 1ro. de junio de ese año. En Cuba, una vez más, al pueblo no le quedaría otra alternativa que resignarse. De nuevo lucharon los cubanos, en esta ocasión el desenlace fue muy diferente. Casi siete años más tarde la Revolución emergió victoriosa por primera vez en la historia.
Los combatientes revolucionarios con un mínimo de recursos bélicos, más del 90% de los cuales fueron arrebatados al enemigo tras 25 meses de guerra apoyados por el pueblo, y en la ofensiva final una huelga general revolucionaria, barrieron la tiranía y controlaron todas sus armas y centros de poder. La Revolución victoriosa se convirtió en fuente de derecho como en cualquier otra época de la historia.
No fue igual en Venezuela. Chávez, un militar revolucionario como lo fueron otros en nuestro hemisferio, llegó a la Presidencia a través de las normas de la Constitución burguesa establecida, como líder del Movimiento V República, aliado a otras fuerzas de izquierda. La Revolución y sus instrumentos estaban por crear. De haber triunfado el levantamiento militar dirigido por él, la Revolución en Venezuela posiblemente habría seguido otro curso. Fue fiel, sin embargo, a las normas legales establecidas, que estaban ya a su alcance como vía principal de lucha. Desarrolló el hábito de la consulta popular cuantas veces fuera necesario.
Llevó a plebiscito popular la nueva Constitución. No tardó en conocer los métodos del imperialismo y sus aliados de la oligarquía para recuperar y conservar el poder.
El golpe de Estado del 11 de abril de 2002 fue la respuesta contrarrevolucionaria.
El pueblo reacciona y lo lleva de nuevo al poder cuando, aislado e incomunicado, estaba a punto de ser eliminado por la derecha, que lo compulsaba para que firmara su renuncia.
No se plegó, resistió hasta que los propios marinos venezolanos lo liberaron y helicópteros de la Fuerza Aérea lo llevaron de nuevo al Palacio de Miraflores, que ya había sido ocupado por el pueblo y los soldados del ejército en Fuerte Tiuna, que se sublevaron contra los altos oficiales golpistas.
Pensé por aquellos días que su política se radicalizaría; sin embargo, preocupado por la unidad y la paz, en el momento de mayor fuerza y apoyo fue generoso y conversó con sus adversarios buscando la cooperación.
La réplica del imperialismo y sus cómplices a esa actitud fue el golpe petrolero. Tal vez una de las más brillantes batallas que libró en ese período fue la que llevó a cabo para suministrar combustible al pueblo de Venezuela.
Habíamos conversado muchas veces desde que visitó Cuba en 1994 y habló en la Universidad de La Habana.
Era un hombre verdaderamente revolucionario, pero a medida que tomaba conciencia de la injusticia que reinaba en la sociedad venezolana se fue profundizando su pensamiento, hasta llegar a la convicción de que para Venezuela no había otra alternativa que un cambio radical y total.
Conoce hasta en sus más mínimos detalles las ideas del Libertador, a quien admira profundamente.
Sus adversarios comprenden que no es fácil vencer frente a la tenacidad de un luchador que no descansa un minuto. Pueden optar por privarlo de la vida física, pero los enemigos internos y externos saben lo que eso significaría para sus intereses. Pueden existir locos y fanáticos irracionales, pero de tales peligros no están exentos los líderes, los pueblos, ni la propia humanidad.
Pensándolo fríamente, Chávez es hoy un adversario formidable del sistema capitalista de producción y del imperialismo. Se ha convertido en un verdadero experto sobre muchos problemas fundamentales de la sociedad humana. Le he visto en estos días, mientras inauguraba decenas de servicios de salud. Es impresionante. Critica con fuerza lo que ocurría con servicios vitales como los de hemodiálisis que estaban en manos de centros privados y eran pagados por el Estado. Los pobres estaban condenados a la muerte si no disponían de dinero. Así ocurría con otros muchos servicios con los que hoy las nuevas instalaciones cuentan en centros intrahospitalarios, apoyados por los equipos más modernos.
Maneja con maestría hasta los detalles más mínimos de la producción nacional y los servicios sociales. Domina la teoría y la práctica del socialismo que su país requiere, y se esfuerza por sus más profundas convicciones. Define al capitalismo tal como es; no pinta caricaturas, muestra radiografías e imágenes del sistema.
Se trata de un peculiar y odioso conjunto de formas de explotación del trabajo humano, injusto, desigual, arbitrario. No habla simplemente del trabajador, lo muestra por televisión produciendo con sus manos, mostrando su energía, sus conocimientos, su inteligencia, creando bienes o servicios imprescindibles para los seres humanos; les pregunta por sus hijos, su familia, esposa o esposo, familiares allegados, dónde viven, qué estudian, qué hacen para elevar sus conocimientos, la edad, el salario, la futura jubilación, las grotescas mentiras sobre la propiedad que difunden los imperialistas y capitalistas. Muestra hospitales, escuelas, fábricas, niños y niñas, ofrece datos sobre las fábricas que se edifican en Venezuela, maquinarias, cifras de crecimiento del empleo, recursos naturales, diseños, mapas y ofrece noticias sobre el último hallazgo de gas. La más reciente medida que adoptó el Congreso: la Ley de nacionalización de las 60 principales empresas que prestan servicios cada año a PDVSA, la empresa estatal de petróleo, por valor de más de 8 mil millones de dólares. No eran de propiedad privada, las crearon los gobiernos neoliberales de Venezuela con recursos que pertenecían a PDVSA.
No había visto una idea tan claramente transformada en imágenes y transmitida por la televisión. Chávez no solo posee especial talento para captar y transmitir la esencia de los procesos; lo acompaña una memoria privilegiada; es difícil que se le olvide una palabra, una frase, un verso, una entonación musical, combina palabras que expresan conceptos nuevos. Habla de un socialismo que busca la justicia e igualdad; "mientras el colonialismo cultural siga vivo en las mentes, lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer". Combina versos y frases elocuentes en artículos y cartas. Sobre todo ha demostrado ser el líder político en Venezuela capaz de crear un partido, transmitir incesantemente ideas revolucionarias a sus militantes y educarlos políticamente.
Observé sobre todo los rostros de los capitanes y demás tripulantes de los barcos de las empresas nacionalizadas; en sus palabras se refleja el orgullo interior, la gratitud por el reconocimiento, la seguridad en el futuro; los rostros de jubilosos jóvenes estudiantes de economía que lo nombran padrino de la promoción a punto de concluir la carrera cuando les dice que se necesitan más de 400 de ellos para trasladarse a la Argentina, los cuales deben estar listos para trabajar en el manejo de las 200 nuevas fábricas del programa acordado con ese país, adonde serían enviados cuando finalice el curso para prepararse en los procesos de producción.
Con él estaba Ramonet, asombrado con el trabajo de Chávez. Cuando hace alrededor de ocho años iniciamos nuestra cooperación revolucionaria con Venezuela él estaba en el Palacio de la Revolución haciéndome infinitas preguntas. El escritor conoce sobre el tema y se devana los sesos tratando de adivinar qué será lo que sustituya el sistema capitalista de producción. La experiencia venezolana, con seguridad lo llena de asombro. He sido testigo de un singular esfuerzo en esa dirección.
Es una batalla de ideas perdida de antemano por el adversario, que no tiene nada que ofrecer a la humanidad.
No en balde la OEA trata hipócritamente de presentarlo como un enemigo de la libertad de expresión y la democracia. Ha transcurrido ya casi medio siglo de que esas melladas e hipócritas armas se estrellaron contra la firmeza del pueblo cubano. Hoy Venezuela no está sola, y cuenta con la experiencia de 200 años de excepcional historia patriótica.
Es una lucha que apenas comienza en nuestro hemisferio.
Fidel Castro Ruz
Mayo 10 de 2009
1 y 36 p.m.
lunes, 11 de mayo de 2009
jueves, 7 de mayo de 2009
¿Hay democracia en Internet?
Detrás de la suposición de “a mayor información, mayor desarrollo”, hay un pensamiento que tiende a simplificar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales del desarrollo.
por Alfonso Gumucio Dagron
Todavía estamos viviendo esa euforia de quienes piensan que Internet es la panacea para el subdesarrollo. Su influencia ha sido tan grande en el mundo que ha creado expectativas tan falsas como las que conocimos en los años sesenta cuando se alardeaba sobre los efectos de la “aguja hipodérmica” de la información y sobre la “difusión de innovaciones”. La tesis subyacente es la misma hoy que ayer: más información permite más desarrollo. Se argumenta que las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación son instrumentos que permiten acceder a “toda” la información del mundo instantáneamente, así como también comunicarse en redes y crear espacios democráticos virtuales.
¿Más información, más desarrollo? Detrás de la suposición de “a mayor información, mayor desarrollo”, hay un pensamiento que tiende a simplificar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales del desarrollo. Pretender que la abundancia de información resuelve la pobreza o la achica es una ilusión, pues pasa por alto el hecho objetivo de que la pobreza es producto de la desigualdad social y de la negación de los derechos humanos elementales. El campesino de Guatemala es pobre no porque carezca de información sobre los más modernos métodos de agricultura o las nuevas semillas, sino porque no tiene tierra. El niño trabajador en una maquila en Tailandia no permanece allí explotado y abusado porque no conoce otras opciones, sino porque no tiene otras opciones. Sus derechos elementales están violados porque la situación económica así lo determina. A él no le sirve de mucho obtener más información.
También es equivocada la idea de que Internet puede “transmitir conocimiento”, ya que el conocimiento no se transmite, solamente la información se puede trasladar. El conocimiento se adquiere mediante un proceso de reflexión individual y colectiva, en el cual la información externa es solamente una parte complementaria a la cultura, el contexto propio, la experiencia vivida, las relaciones sociales y el propio conocimiento local. Pero además, ¿de qué información estamos hablando en Internet y cuánta de esta información es útil y fácil de obtener? En varias ocasiones he escrito que el 90 por ciento de lo que hay en la red (www) es irrelevante para el 90 por ciento de la población mundial. Hay quienes opinan que ese porcentaje es aún mayor. Es irrelevante no solamente por su contenido, sino porque, como sabemos, la gran mayoría de la información que existe en la red está en inglés. Pero, además, hay un tema de acceso que va más allá del idioma y del interés del contenido potencial: quienes tienen la posibilidad de acceder a una conexión de banda ancha que les permite buscar información en Internet no son los más pobres y necesitados. Según varios estudios, en los “telecentros” de diversa índole que la cooperación internacional se esfuerza en instalar en los países más pobres, son los jóvenes estudiantes los que ocupan las computadoras, y no precisamente para satisfacer su sed de información sino para usar los programas de chat o los juegos. Aun en el Tercer Mundo, hay un usuario “típico” de los telecentros, cuyo perfil no corresponde al que imaginamos cuando hacemos esos proyectos.
Las redes virtuales y la democracia.
Si bien el potencial de Internet para formar redes virtuales es inmenso, éstas no pueden sustituir las redes reales entre personas. Dice Jesús Martín Barbero:
“Estamos ante la más tramposa de las idealizaciones, ya que en su celebración de la inmediatez y la transparencia de las redes cibernéticas, lo que se está minando son los fundamentos mismos de ‘lo público’, esto es, los procesos de deliberación y de crítica, al mismo tiempo que se crea la ilusión de un proceso sin interpretación ni jerarquía, se fortalece la creencia de que el individuo puede comunicarse prescindiendo de toda mediación social, y se acrecienta la desconfianza hacia cualquier figura de delegación y representación”. (Martín Barbero, Jesús (2001), “Reconfiguraciones comunicativas de lo público” en Análisis, 26. Barcelona).
Las redes virtuales son redes de convocatoria, pero no redes de compromiso a largo plazo. No existe en ellas el mismo grado de construcción de capital social y humano. Pueden ser redes detonantes de procesos, pero también redes que neutralizan procesos porque muchas veces no convocan a la acción sino a la pasividad y el facilismo de la comunicación virtual. En la mayoría de los casos, las redes actuales son simplemente una suma de individualidades, en lugar de una articulación de personas que dinamizan los cambios sociales. Y muchas redes son simplemente espacios de intercambio de información, a veces tan saturados de ella que es imposible hacer un seguimiento eficaz. En Internet, la abundancia de información se ha convertido en algo similar a la carencia absoluta, pues no hay prioridades ni jerarquías, la masividad esconde la búsqueda de calidad y pertinencia. Los espacios democráticos virtuales son útiles como espacios de intercambio sin censura, pero también pueden tener una función catártica y desmovilizadora. La conquista del espacio público no debe empezar y/o morir en Internet. El único espacio público real es el de la sociedad sobre la que hay que actuar a través de mediaciones sociales, no tecnológicas. Internet no puede sustituir el espacio público de las expresiones colectivas porque tiende a perder en el camino la perspectiva de nación para reducirla a la de grupos de interés y porque devalúa la representación de la diversidad y de las diferencias.
¿Qué Internet se necesita?
No cabe duda de que las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación son parte de nuestro presente y futuro inmediato. No se trata de rechazarlas, en absoluto, sino de diseñarlas desde abajo para que promuevan las necesidades del desarrollo, de la cultura, de la comunicación intercultural y de la defensa de los derechos fundamentales (y no a la inversa). La tecnología está allí, al alcance de todos, y se transforma permanentemente: es más accesible por su facilidad de uso y tiene un costo cada vez menor. El problema está en el contenido. En lugar de un gran océano de información “salada”, necesitamos lagunas de agua fresca para alimentar las necesidades específicas de las comunidades geográficas, culturales o de interés. Esto significa que de la misma manera que la planificación para el desarrollo no puede generarse de manera ajena a los interesados, tampoco la información o la estructura de las redes debe ser impuesta desde afuera. En Internet, como en cualquier proceso de comunicación, con cualquier instrumento o tecnología, valen las mismas condiciones indispensables de apropiación del proceso comunicativo. Estas condiciones mínimas y esenciales son:
1) la generación de contenidos locales útiles a la comunidad específica, que tome en cuenta el conocimiento local;
2) la pertinencia lingüística y cultural;
3) la apropiación del proceso comunicacional a través de una participación en la toma de decisiones (es decir, que no se limite al “acceso” de los usuarios);
4) el uso de tecnologías apropiadas, suficientes y adaptadas a las necesidades reales (y no sobredimensionadas, como sucede con tanta frecuencia); y finalmente,
5) la convergencia tecnológica y social (rescatando la experiencia ya existente).
Este último punto es importante subrayarlo, porque al no ser tomado en cuenta, es una de las principales razones para el fracaso de cientos de proyectos de nuevas TIC (tecnologías de información y comunicación) en el Tercer Mundo.
La convergencia tecnológica, con la radio comunitaria por ejemplo, es fundamental. Las nuevas TIC tienen todavía muchísimo que aprender de los sesenta años de historia de las radios comunitarias de América latina, que son ejemplos de participación y de sostenibilidad. La convergencia social, organizativa e institucional se refiere a la necesidad de que los proyectos de nuevas TIC no aterricen en paracaídas sobre las comunidades, como iniciativas dispersas y ajenas a la vida cotidiana, sino que se inserten en otras iniciativas ya existentes de las que se puede aprender y a las que se puede potenciar. Organizaciones sociales (un sindicato, una agrupación de mujeres o jóvenes) o una institución (una biblioteca pública, un proyecto de educación no formal o de salud), son espacios lógicos para la convergencia social.
------------------------------------ Alfonso Gumucio Dagron es comunicador e investigador boliviano, especialista en comunicación y desarrollo.
por Alfonso Gumucio Dagron
Todavía estamos viviendo esa euforia de quienes piensan que Internet es la panacea para el subdesarrollo. Su influencia ha sido tan grande en el mundo que ha creado expectativas tan falsas como las que conocimos en los años sesenta cuando se alardeaba sobre los efectos de la “aguja hipodérmica” de la información y sobre la “difusión de innovaciones”. La tesis subyacente es la misma hoy que ayer: más información permite más desarrollo. Se argumenta que las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación son instrumentos que permiten acceder a “toda” la información del mundo instantáneamente, así como también comunicarse en redes y crear espacios democráticos virtuales.
¿Más información, más desarrollo? Detrás de la suposición de “a mayor información, mayor desarrollo”, hay un pensamiento que tiende a simplificar los problemas sociales, políticos, económicos y culturales del desarrollo. Pretender que la abundancia de información resuelve la pobreza o la achica es una ilusión, pues pasa por alto el hecho objetivo de que la pobreza es producto de la desigualdad social y de la negación de los derechos humanos elementales. El campesino de Guatemala es pobre no porque carezca de información sobre los más modernos métodos de agricultura o las nuevas semillas, sino porque no tiene tierra. El niño trabajador en una maquila en Tailandia no permanece allí explotado y abusado porque no conoce otras opciones, sino porque no tiene otras opciones. Sus derechos elementales están violados porque la situación económica así lo determina. A él no le sirve de mucho obtener más información.
También es equivocada la idea de que Internet puede “transmitir conocimiento”, ya que el conocimiento no se transmite, solamente la información se puede trasladar. El conocimiento se adquiere mediante un proceso de reflexión individual y colectiva, en el cual la información externa es solamente una parte complementaria a la cultura, el contexto propio, la experiencia vivida, las relaciones sociales y el propio conocimiento local. Pero además, ¿de qué información estamos hablando en Internet y cuánta de esta información es útil y fácil de obtener? En varias ocasiones he escrito que el 90 por ciento de lo que hay en la red (www) es irrelevante para el 90 por ciento de la población mundial. Hay quienes opinan que ese porcentaje es aún mayor. Es irrelevante no solamente por su contenido, sino porque, como sabemos, la gran mayoría de la información que existe en la red está en inglés. Pero, además, hay un tema de acceso que va más allá del idioma y del interés del contenido potencial: quienes tienen la posibilidad de acceder a una conexión de banda ancha que les permite buscar información en Internet no son los más pobres y necesitados. Según varios estudios, en los “telecentros” de diversa índole que la cooperación internacional se esfuerza en instalar en los países más pobres, son los jóvenes estudiantes los que ocupan las computadoras, y no precisamente para satisfacer su sed de información sino para usar los programas de chat o los juegos. Aun en el Tercer Mundo, hay un usuario “típico” de los telecentros, cuyo perfil no corresponde al que imaginamos cuando hacemos esos proyectos.
Las redes virtuales y la democracia.
Si bien el potencial de Internet para formar redes virtuales es inmenso, éstas no pueden sustituir las redes reales entre personas. Dice Jesús Martín Barbero:
“Estamos ante la más tramposa de las idealizaciones, ya que en su celebración de la inmediatez y la transparencia de las redes cibernéticas, lo que se está minando son los fundamentos mismos de ‘lo público’, esto es, los procesos de deliberación y de crítica, al mismo tiempo que se crea la ilusión de un proceso sin interpretación ni jerarquía, se fortalece la creencia de que el individuo puede comunicarse prescindiendo de toda mediación social, y se acrecienta la desconfianza hacia cualquier figura de delegación y representación”. (Martín Barbero, Jesús (2001), “Reconfiguraciones comunicativas de lo público” en Análisis, 26. Barcelona).
Las redes virtuales son redes de convocatoria, pero no redes de compromiso a largo plazo. No existe en ellas el mismo grado de construcción de capital social y humano. Pueden ser redes detonantes de procesos, pero también redes que neutralizan procesos porque muchas veces no convocan a la acción sino a la pasividad y el facilismo de la comunicación virtual. En la mayoría de los casos, las redes actuales son simplemente una suma de individualidades, en lugar de una articulación de personas que dinamizan los cambios sociales. Y muchas redes son simplemente espacios de intercambio de información, a veces tan saturados de ella que es imposible hacer un seguimiento eficaz. En Internet, la abundancia de información se ha convertido en algo similar a la carencia absoluta, pues no hay prioridades ni jerarquías, la masividad esconde la búsqueda de calidad y pertinencia. Los espacios democráticos virtuales son útiles como espacios de intercambio sin censura, pero también pueden tener una función catártica y desmovilizadora. La conquista del espacio público no debe empezar y/o morir en Internet. El único espacio público real es el de la sociedad sobre la que hay que actuar a través de mediaciones sociales, no tecnológicas. Internet no puede sustituir el espacio público de las expresiones colectivas porque tiende a perder en el camino la perspectiva de nación para reducirla a la de grupos de interés y porque devalúa la representación de la diversidad y de las diferencias.
¿Qué Internet se necesita?
No cabe duda de que las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación son parte de nuestro presente y futuro inmediato. No se trata de rechazarlas, en absoluto, sino de diseñarlas desde abajo para que promuevan las necesidades del desarrollo, de la cultura, de la comunicación intercultural y de la defensa de los derechos fundamentales (y no a la inversa). La tecnología está allí, al alcance de todos, y se transforma permanentemente: es más accesible por su facilidad de uso y tiene un costo cada vez menor. El problema está en el contenido. En lugar de un gran océano de información “salada”, necesitamos lagunas de agua fresca para alimentar las necesidades específicas de las comunidades geográficas, culturales o de interés. Esto significa que de la misma manera que la planificación para el desarrollo no puede generarse de manera ajena a los interesados, tampoco la información o la estructura de las redes debe ser impuesta desde afuera. En Internet, como en cualquier proceso de comunicación, con cualquier instrumento o tecnología, valen las mismas condiciones indispensables de apropiación del proceso comunicativo. Estas condiciones mínimas y esenciales son:
1) la generación de contenidos locales útiles a la comunidad específica, que tome en cuenta el conocimiento local;
2) la pertinencia lingüística y cultural;
3) la apropiación del proceso comunicacional a través de una participación en la toma de decisiones (es decir, que no se limite al “acceso” de los usuarios);
4) el uso de tecnologías apropiadas, suficientes y adaptadas a las necesidades reales (y no sobredimensionadas, como sucede con tanta frecuencia); y finalmente,
5) la convergencia tecnológica y social (rescatando la experiencia ya existente).
Este último punto es importante subrayarlo, porque al no ser tomado en cuenta, es una de las principales razones para el fracaso de cientos de proyectos de nuevas TIC (tecnologías de información y comunicación) en el Tercer Mundo.
La convergencia tecnológica, con la radio comunitaria por ejemplo, es fundamental. Las nuevas TIC tienen todavía muchísimo que aprender de los sesenta años de historia de las radios comunitarias de América latina, que son ejemplos de participación y de sostenibilidad. La convergencia social, organizativa e institucional se refiere a la necesidad de que los proyectos de nuevas TIC no aterricen en paracaídas sobre las comunidades, como iniciativas dispersas y ajenas a la vida cotidiana, sino que se inserten en otras iniciativas ya existentes de las que se puede aprender y a las que se puede potenciar. Organizaciones sociales (un sindicato, una agrupación de mujeres o jóvenes) o una institución (una biblioteca pública, un proyecto de educación no formal o de salud), son espacios lógicos para la convergencia social.
------------------------------------ Alfonso Gumucio Dagron es comunicador e investigador boliviano, especialista en comunicación y desarrollo.
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