I PARTE
Alí Rodriguez Araque
Alberto Müller Rojas
CUADRO SOCIO-HISTÓRICO DE LA VENEZUELA MODERNAVivimos tiempos de cambios impresionantes. La nueva revolución tecnológica ha potenciado hasta límites nunca antes imaginados la capacidad productiva del ser humano. Los productos de la más diversa naturaleza brotan desde las más remotas regiones del mundo. Pareciera que, definitivamente, se hubiera alcanzado una situación en la cual, la producción superara sobradamente las necesidades humanas. Hoy, en apenas cuestión de minutos, se alcanza lo que hace apenas unas pocas décadas implicaba largas horas en los procesos productivos. La productividad humana se ha incrementado de manera exponencial. La revolución de las telecomunicaciones ha hecho posible que en cuestión de segundos se realicen miles operaciones simultáneas por billones de dólares entre las más recónditas regiones en un planeta cada vez más globalizado. Pareciera que el ser humano estuviese en el momento de dar el salto definitivo del reino de la necesidad al reino de la libertad.En contraste con esos prodigiosos avances, nunca antes la humanidad se había encontrado con un abismo tan profundo entre la prosperidad de pocos y la miseria de miles de millones de seres y, nunca como hoy, la riqueza se había concentrado en tan pocas manos y la pobreza había hecho presa de tanta gente. Tales cambios han configurado una nueva realidad en el planeta. Si apenas hace dos décadas el conflicto en el mundo se escenificaba entre dos superpotencias militares que se disputaban los espacios geopolíticos, ubicándose como una confrontación entre el Este y el Oeste, hoy el conflicto ha cambiado de naturaleza, es un conflicto social y ético entre el Norte insaciable y opulento y el Sur cada vez más comprometido en una lucha desesperada por la simple sobrevivencia. De allí esa creciente marea humana que todos los días se moviliza desde el Sur empobrecido hacia el Norte opulento, buscando mejores condiciones de vida, terminando por conformar también una nación de pobres, excluidos, explotados y reprimidos en el vientre mismo de las naciones más prósperas, sin que nada puedan contra tal fenómeno, leyes excluyentes, muros y alambradas. Es que así como, al tiempo que se ha mundializado el régimen establecido por las frías y despiadadas leyes del capitalismo, así mismo sus primeras consecuencias, la pobreza, la exclusión y la represión, adquieren también dimensiones globales. Así como se globaliza la concentración y centralización del capital en el los países más prósperos, también se globaliza su contraparte, la masa de pobres en el planeta que busca desesperadamente donde ganar sus más elementales medios de vida. De allí que el secular conflicto entre el capital y el trabajo, antes confinado a las fronteras nacionales o regionales, adquiera hoy dimensiones mundiales, generando un verdadero "ejercito internacional de reserva" laboral que se convierte en activo cuando se le necesita y en desempleo y desesperación, cuando la producción se potencia mediante la ciencia y la tecnología.Ese ejército internacional está conformado hoy, ya no sólo por los trabajadores fabriles, sino por una amplia gama de hombres y mujeres que pugnan por conseguir quien compre su fuerza de trabajo, sea ésta calificada o no, desde profesionales muchas veces formados a un alto costo en sus países de origen, hasta aquellos que no han tenido esas oportunidades y se ven condenados a las faenas más rudimentarias que no están dispuestos a realizar los trabajadores de los países industrializados. Cuando el capitalismo era un fenómeno nacional, provocó la migración masiva del campo a la ciudad, creando una contradicción que nunca pudo resolver. Ahora, cuando se ha mundializado, alcanzando su máxima expresión imperialista, la migración abarca regiones enteras, extendiéndose cada vez más a todo el mundo con sus consecuencias correspondientes, todas las cuales confluyen hacia la superación de un sistema mundial cada día más inviable pues, al problema social, al hiperdesarrollo industrial y urbano, se ha sumado ya una situación ambiental que amenaza la vida entera en la tierra.Todo este cuadro cruzado de toda suerte de penalidades, donde el consumismo desenfrenado, que su mismo sistema espolea y se hace cada día más insaciable, genera en los centros imperiales modos de vida que comportan un derroche criminal de recursos y energía.Con una recurrencia cada vez más frecuente, las intervenciones militares surgen como otra necesidad de los centros imperiales buscando simultáneamente, además del dominio tradicional, contener la lógica y creciente reacción de los pueblos, víctimas del atropello y que defienden su soberanía. La ruptura del viejo esquema bipolar ha dado lugar así, a una situación de mayor inestabilidad política, social, ecológica y militar en el mundo.En medio del desorden que tal situación engendra, van emergiendo nuevas fuerzas y nuevos centros de poder que van comenzando a configurar un nuevo balance de fuerzas en el mundo y que asoman la esperanza de lograr un nuevo y más estable equilibro de fuerzas, para bien de la humanidad hoy enfrentada a la expansión, dominio y atropello de la acción imperialista.Así son los signos que ya comienzan a anunciarse en nuestra región latinoamericana y caribeña, donde los seculares sueños de independencia, buscan su realización sosteniéndose en la unión, tal como la concibieron sus figuras más señeras. Y, una vez más, Venezuela ha sido llamada a jugar un rol protagónico en un proceso que alienta el desarrollo de la conciencia de nuestros pueblos. Esa conciencia va implantando un nuevo liderazgo y encontrando fórmulas para materializar tal unión, en la complementación de nuestras grandes potencialidades para allanar las carencias, en la cooperación y la solidaridad para concurrir allí donde las limitaciones de unos requieren el auxilio de los otros y el respeto a la soberanía que no acepta condiciones, ni presiones y aún menos, imposiciones.Mas este proceso está lejos de ser un proceso idílico. Nunca lo ha sido y nunca lo será. Ha tropezado, tropieza y tropezará con la resistencia de las alianzas que siempre han existido entre las fuerzas oligárquicas de la región y las fuerzas imperialistas que persiguen imponer sus propias fórmulas y mecanismos de lo que llaman "integración sostenida en el libre comercio" que pretenden presentar con una envoltura neoliberal, los viejos mecanismos de una competencia desalmada donde los seres humanos y regiones enteras dejan de serlo para convertirse en simple mercado. De allí el conflicto escenificado entre dos fuerzas contradictorias e irreconciliables cada una de las cuales tiene ya su carta de presentación, una bajo el proyecto del ALBA, la otra bajo las figuras del ALCA y de los TLC.Tal es el telón de fondo de los escenarios nacionales, cualquiera sea el lugar del mundo en el cual se intente comprender las realidades y, sobre todo, transformarlas.Es así como el Socialismo del Siglo XXI, surge como un proyecto que, dado para un espacio –Venezuela- y un tiempo –el siglo veintiuno- se proyecta más allá de las fronteras, toda vez que los sueños de redención son sueños de la humanidad entera que ha encarnado siempre la consigna socialista, democrática y revolucionaria.Venezuela, un resultado históricoEl nuestro es un país relativamente pequeño en su dimensión geográfica, pero engrandecido por su historia. Cien años duró la resistencia indígena frente a la conquista y la colonización del imperio español, resistencia que condujo a la casi total aniquilación de nuestra raza original. Muchas fueron las rebeliones contra el dominio español hasta la conquista de la independencia, después de veinte largos y sangrientos años que dejaron exangües las energías de nuestra nación, como lo dijera en su momento el genial conductor de tal proeza, nuestro Simón Bolívar. Nuevas guerras intestinas, producto de los señores de la guerra en que habían devenido algunos de nuestros héroes de la independencia, grandes terratenientes enfrentados por riqueza y poder político, sumían aún más nuestro pueblo en los más terribles padecimientos. De allí el levantamiento victorioso en que se convirtió la Guerra de Federación para, una vez más, ver frustrados sus propósitos por la traición en el tristemente célebre Pacto de Coche. Tal fue nuestro siglo XIX, lleno de gloria por la conquista de la independencia de todo un continente, junto al heroísmo y la brillante conducción de pueblos y líderes movidos por la idea de la unidad de nuestra gran nación continental, pero también lastimado por la ambición, la traición y su secuela inevitable, la frustración de millones de seres.Así nos encontró la primera parte del Siglo XX, empobrecidos y bajo el yugo de una de las más brutales y sumisas dictaduras. Hasta que, como por obra de magia, brota de nuestra castigada tierra, una especie de maná bíblico: el chorro casi incontenible del petróleo que abre un período de veloces y grandes transformaciones en la conformación de nuestra economía, de nuestra estructura social, de nuestra cultura y de nuestro sistema de valores.El motor de combustión interna que abrió literalmente las enormes fauces del consumo energético mundial, la existencia de gigantescos capitales ya desplegados en todo el planeta como factor hegemónico de la economía mundial, la existencia de grandes consorcios petroleros, el descubrimiento de enormes reservas petroleras en nuestro subsuelo y la pobreza económica y tecnológica de nuestro país, unido a un régimen sumiso frente a los poderes imperiales, confluyeron para que una riada de capitales ingresaran al país en rápida sucesión, asumiendo el comando de la producción. Por fortuna, Bolívar había dictado, ya desde 1928, su famoso Decreto sobre Minería de Quito. Este otorgaba a la República la propiedad de las minas, convertido en principio de aplicación universal desde los tiempos de la revolución francesa. El mismo se mantuvo vigente en nuestras leyes permitiendo, pese a sus altibajos, el ejercicio de la propiedad por parte del Estado.El creciente torrente de ingresos que representaba una producción petrolera en expansión, hasta convertir a Venezuela por varios años en el principal exportador de tal producto en el mundo, puso en manos del Estado recursos inusitados, más que suficientes para cubrir las necesidades de la administración pública, dejando un excedente cuya distribución se convirtió en principal objeto del debate entre los sectores dominantes del país.Fue así como, de un lado, surgió la consigna de "Sembrar el Petróleo", esto es, la capitalización privada del ingreso rentístico que seguía creciendo como eficaz mecanismo para "la modernización" de Venezuela. Quienes apoyaban tal consigna, consideraban mero dispendio cualquier gasto dirigido a mejorar la condición social del pueblo. Del otro lado, surgieron distintas consignas que planteaban una distribución popular de tal ingreso al tiempo que se favorecía también su acumulación privada y pública. Al final, prevalecería la segunda de las fórmulas durante un período que se inicia en los años cuarenta y se cierra a comienzos de la década de los setenta.La dictadura de Juan Vicente Gómez aplicó una política de concesiones que había permitido a un pequeño grupo de terratenientes obtener beneficios fabulosos con cierta participación irregular en las regalías. Pero la generación de una renta petrolera creciente, planteaba ahora un nuevo problema con la distribución del ingreso. Uno de los primeros pasos consistió en la revaluación del bolívar en 1934 con lo cual los ricos podían obtener un dólar barato que, además, ya había sido devaluado, otorgándole un poder enorme al sector de los importadores y descargando un golpe demoledor a las exportaciones agrícolas, ahora encarecidas por una simple operación monetaria. Pero, además, sin la necesidad de recaudar ingresos internos para cubrir los gastos del Estado, tampoco era necesario desarrollar un sistema fiscal que pechara las ganancias de los que se enriquecían con la nueva situación. De allí otra de las características del capitalismo rentístico: la inexistencia de una cultura tributaria existente en los sistemas capitalistas tradicionales. Este hecho le otorgó al Estado venezolano una notable independencia en relación con el resto de la sociedad pues, en lugar de imponer contribuciones sobre las ganancias, más bien distribuía parte de sus excedentes.De tal manera, se formo una clase empresarial, parasitaria e ineficiente, y se fortalecieron las castas tradicionales propietarias de las tierras urbanas y rurales y operadoras del comercio, así como en los niveles medios de la sociedad, se expandirían las corporaciones profesionales, incluyendo la casta militar, beneficiados todos por tal sistema de distribución del ingreso.Algo, sin embargo, en medio de tanta abundancia financiera, se dejó a la naciente clase obrera y al resto de la población a través de incrementos salariales dictados mediante decretos del Ejecutivo y ocasionales leyes del Congreso estimulando, al mismo tiempo, la formación de verdaderas castas sindicales desclasadas y que, a la larga, se colocarían abiertamente en contra de los trabajadores.En el campo, mientras tanto, la producción agropecuaria sufría una declinación sostenida. El consecuente empobrecimiento del campesinado provocó una acelerada migración hacia los centros urbanos. En nuestro caso, este fenómeno no fue resultado de una revolución agraria de signo capitalista que, al incrementar la productividad, "liberaba" fuerza de trabajo para ser empleada en la industria. De allí que la formación del mercado interno venezolano ocurriera con una especie de mutilación al no contar con la demanda capitalista en el campo, característica de otras experiencias de esta naturaleza en distintas partes del mundo.En el orden político e ideológico, no existiendo una clase empresarial "en sí y para sí", ni su contraparte, un movimiento obrero con suficiente desarrollo de su conciencia como clase, la dirección ideológica y política correspondió a sectores de la clase media ilustrada. Fueron tales sectores los que emprendieron la formación de los partidos políticos, de los sindicatos y, finalmente, la conducción del Estado, hasta el surgimiento de un sector empresarial con el poderío suficiente como para imponer sus decisiones a una clase política ya sin programas ni ideas con las cuales movilizar y organizar al pueblo. Fueron estos los tiempos en que las tesis neoliberales encontraron un terreno fértil donde prosperar con sus consecuencias bien conocidas.Contemporáneamente con tales procesos, se desarrollaba una relación contradictoria entre el Estado nacional, los grandes consumidores de los centros imperiales y sus Estados respectivos, y los consorcios petroleros. Para éstos, el ideal era la eliminación de las regalías y la reducción de los impuestos. Para la nación, cada vez más consciente de su carácter como propietaria del recurso natural, la principal reivindicación pasaba a ser una participación justa en los proventos petroleros en tanto que, para los grandes consumidores, la cuestión radicaba en garantizar los más bajos precios posibles. Por tal razón, ya durante el gobierno de Medina Angarita, se incrementó y unificó el sistema de regalías, se introdujo la Ley de Impuesto Sobre la Renta que durante décadas sirvió para incrementar la participación del Estado y se estableció un límite a las áreas otorgadas en concesión. Tales acciones en el ámbito petrolero iban acompañadas de un programa que iniciaba un proceso de democratización de la vida política del país e intentaba mejorar las condiciones de la población, incluyendo una reforma agraria y aplicando políticas de inmigración selectiva. Poco duró su gobierno derrocado por un golpe de estado.El futuro se caracterizaría por toda suerte de incidencias, con nuevos golpes de estado, implantación de la dictadura y vuelta a la democracia formal, acompañada de una feroz represión contra las fuerzas progresistas que aspiraban algo más que una simple elección quinquenal. Con todo, la presión popular y los procesos nacionalistas cumplidos en el Medio Oriente, así como la situación que confrontaron los consorcios petroleros internacionales, condujeron a una nacionalización, pactada entre el gobierno y las empresas, que colocó las operaciones petroleras en manos del Estado a partir de enero de 1976. Tal acción le dio un fuerte impulso a lo que resultó el más poderoso capitalismo de estado en todo el Continente. Ya las industrias del hierro y del gas se habían nacionalizado anteriormente. Al mismo tiempo, los grandes excedentes financieros disponibles, habían permitido realizar y controlar muchas otras actividades económicas. De tal manera, el control de las actividades económicas estratégicas, quedaban en manos del Estado otorgándole un importantísimo poder de negociación, tanto con el sector privado nacional como con el extranjero. Para éste, en consecuencia, resultaba vital preparar su retorno. Este pasaba por una estrategia cuidadosamente diseñada. La misma comprendió acciones a fin de provocar la caída de los precios petroleros introduciendo divisiones en el seno de la OPEP que, por momentos estuvieron a punto de provocar una verdadera guerra de precios, el préstamo de dinero a bajo costo para luego incrementarlo bruscamente, una campaña ideológica y política buscando convencer a los pueblos de la ineficacia y corrupción de las empresas estatales y toda suerte de virtudes de la gestión privada, la captura ideológica de los sectores dirigentes de las empresas nacionales, convirtiendo a éstas en simples agencias administradoras de contratos, introduciendo modificaciones en los sistemas legales para limitar drásticamente el ejercicio soberano en la administración de justicia mediante el arbitraje internacional y dándole un fuerte impulso a los procesos de privatización como la única salida a las crisis que las mismas medidas, derivadas de tal estrategia, habían producido.El endeudamiento público alcanzó durante ese periodo, al igual que en muchos otros países, niveles intolerables. Sin embargo, en momentos en los cuales Venezuela vivía un verdadero esplendor financiero, tal endeudamiento luce como algo inexplicable. La explicación sólo puede encontrarse cuando se observa el cambio drástico que se introdujo en la distribución del ingreso. Súbitamente, las remuneraciones al sector trabajo caen hasta un treinta por ciento, invirtiendo totalmente la relación que se había vivido desde los años cuarenta. Tal cambio, explica el acelerado empobrecimiento que hizo presa de millones de venezolanos, incluyendo a sectores importantes de la clase media. El endeudamiento público que no puede considerarse como otra cosa que una distribución adelantada del ingreso, sellaría con cadenas de acero, la nueva distribución cada vez más regresiva del ingreso. Se trataba pues, de un viraje estratégico que cambiaba radicalmente las políticas populares aplicadas por los distintos regímenes en los cuales se apoyaba su misma perpetuación.Fue así como muy poco tiempo después de las nacionalizaciones, durante la década de 1980 entraríamos en un proceso de desnacionalización, caracterizada por un recorrido inverso a todo lo que había significado la larga lucha por lograr una justa participación de la nación en su riqueza petrolera. Tal fue la llamada "apertura petrolera" que empeoró las condiciones semicoloniales que caracterizaron al país hasta comienzos de los años cuarenta, acompañada de muchas otras acciones que en no pocos casos, representaban una descarada violación de la Constitución y las leyes.Así marchaba, como una fuerza incontenible, la oleada neoliberal en nuestro país. Sin embargo, ya en 1989, un sacudimiento que asombró al mundo se produciría en Caracas y otras ciudades. Era tal el grado de tensión social y tal la decadencia de los sectores dirigentes tradicionales que los pueblos, llegados a un punto de desesperación, provocaron una rebelión espontánea que sólo pudo ser contenida con un derramamiento de sangre que no se conocía desde los tiempos de la independencia, victimando a miles de hombres, mujeres, niños y ancianos, con verdadera saña asesina. Poco después, en 1992, vendrían las insurrecciones militares liderizadas por la juventud patriótica que siempre estuvo presente en el seno de nuestra fuerza armada.Cuanto más se acentuaban las políticas neoliberales y tanto más grande era el empobrecimiento de la población, tanto más aguda se hacían las tensiones sociales y tanto más profunda la crisis que agrietaba todo el andamiaje construido a lo largo de la mayor parte del siglo.Así, todo ese período histórico dejó a un país totalmente transformado. Con una economía capitalista, atípica por su carácter rentista, con un proceso de acumulación sustentado básicamente en la capitalización de una renta internacional, producto del ejercicio del monopolio del Estado sobre el recurso petrolero; un poderoso capitalismo de estado, una estructura social conformada por una burguesía parasitaria, ineficiente, cuyas ganancias han provenido fundamentalmente de la distribución de la renta petrolera; una clase media con distintas capas y donde el estamento superior asumió los hábitos de la burguesía parasitaria; una clase obrera manipulada por las castas burocráticas corrompidas, pugnando por sacudirse un dominio que fue impuesto a sangre y fuego en la década de los sesenta; partidos políticos que dominaron la escena durante más de medio siglo y que, agotados sus viejos programas, se dedicaron al pillaje del erario público; una población concentrada en las ciudades y grandes territorios despoblados y, con ello, pobreza en las principales urbes del país y desolación en sus grandes extensiones, en fin, lo propio de un capitalismo rentista con un bajo desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y de una numerosa burocracia sostenida por la renta petrolera que, a finales de la década de los noventa, declinaba peligrosamente como fruto del reinado neoliberal que se había impuesto en el país. Las políticas neoliberales parecían encontrarse con las mejores condiciones para imponerse sin nuevos inconvenientes. Pero la crisis del sistema, por largo tiempo en gestación, encontraría un cauce, esta vez pacífico y democrático, en 1998.
jueves, 6 de marzo de 2008
Reflexiones sobre la Organización Política
Reflexión sobre la Organización Política Por: Julio Escalona Fecha de publicación: Jueves, 01/03/07 07:28pm URL: http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=31328 El debate sobre la organización política ha sido un punto crucial para todas las revoluciones, pero también para los partidos, grupos, asociaciones, etc. que de una manera u otra han estado involucrados en los procesos de cambio. Las divisiones, conflictos, odios, persecuciones y diversos sentimientos y emociones han estado involucrados. La socialdemocracia rusa, por ejemplo, se dividió entre mencheviques y bolcheviques, pero antes en la I Internacional, este tema también fue vital, y así ha seguido transcurriendo en la historia hasta hoy. Ahora le toca a los revolucionarios venezolanos resolver este asunto tan lleno de dilemas, de angustias futuristas, de esperanzas redivivas y trascendentes, y seguramente de viejas pasiones y prejuicios. Probablemente se requiera de una gran paz de mente, espíritu y corazón, y de una gran pasión y amor por Venezuela, por la gente, por nuestra familia, por nosotros mismos… En fin, de una gran fe. Sabiendo sobre la urgencia de crear una fuerza social, no solamente política, que contribuya a impulsar las transformaciones societarias.Seguramente, requerimos, en primer término, un método para abordar la discusión o el diálogo. No tengo la pedantería como para proponer el método para que aborden la discusión. No, cada quien establecerá el método que considere adecuado; pero sin ese método adecuado, creo yo, es difícil avanzar. Entonces, voy a sugerir unas ideas y cada dialogante observará si tienen alguna pertinencia. Las llamaré cuestiones de método, si, unas cuestiones y no una propuesta sobre métodoCuestiones de Método:Primera cuestión: un diálogo o una polémicaSe requiere una reflexión personal y colectiva ¿Sobre qué? Creo yo, sobre la experiencia pasada, presente y sobre todo sobre la candente experiencia del día a día, aquí y ahora, en el contexto de los rasgos específicos del proceso venezolano.Con los apoyos teóricos que cada quien considere, con plena libertad, sin complejos, sin prejuicios, sin descalificaciones, con respeto. Esta cuestión es crucial, tanto, que los debates muchas veces no han pasado de esta fase, como preliminar, sin que se presenten conflictos y divisiones. Eso ha pasado, lo importante es que no pase ahora, que no ocurra como, no sin cierta ironía, dijo alguna vez Alfredo Maneiro, discutimos sobre muchos acuerdos para llegar a serios desacuerdos. Afortunadamente el ambiente dentro del cual se ha estado debatiendo, hasta donde sé, es positivo.La teoría es vital, pero como bien sabemos, la experiencia siempre va por delante.Por supuesto la crítica es muy importante, pero hay que tener cuidado con eso que se llama la crítica constructiva, que ha sido en muchos casos, fundamento para el avance del conocimiento, pero no siempre de la sabiduría.Ha habido una tendencia a sobrevalorar y desnaturalizar la crítica para utilizarla simplemente como arma de ataque, para descalificar, entonces, no hay diálogo, sino de sordos.Quizás sea preferible utilizar el método de la mesurada interrogación, que no el interrogatorio, pues ellos suelen transformarse en policiales en cualquier descuido. Por eso no hablo de interrogar a las personas, sino a las ideas y sobre todo a la realidad, pues generalmente ella posee las respuestas que requerimos. Pero las respuestas no son suficientes, pues ellas son reactivas, lo importante es transformarlas en el aspecto positivo, convirtiéndolas en propuestas. Sobre todo porque ellas requieren la presencia de los otros.Esto nos conduce al diálogo propositivo, no a la polémica llena de recursos parlamentarios, que puede descalificar, distorsionar, falsear… Pues esas polémicas se emprenden para ganar, por lo tanto a ellas se va a responder, incluso, sin oír. Sin el esfuerzo y la responsabilidad de proponer.Tampoco lo anterior quiere decir que para tener derecho a hablar, hay que proponer. El hablar es, entre otras cosas, un recurso y un derecho que nos permite expresar el pensamiento, lo que no puede tener límites.Segunda cuestión: el problema de la verdadEn ciencia, en filosofía, en política, en la vida cotidiana, no hay, no puede haber verdades únicas, verdades victoriosas, verdades derrotadas, verdades perseguidas, verdades clandestinas, verdades de segunda… Por eso los debates intelectuales, en el mundo educativo y de la investigación científica -para citar un ejemplo-, no se rigen por el principio de mayoría y minoría. Una sola persona puede estar defendiendo una idea, escribir artículos, libros; dictar conferencias, organizar seminarios, círculos de estudio, etc. Ese derecho es inalienable. A lo que nadie tiene derecho es a que todos piensen como él, por amplio que sea el acuerdo con sus opiniones. Las distintas opiniones siguen circulando en condiciones de igualdad y así puede nacer el nuevo conocimiento, porque la búsqueda no cesa, siempre hay y habrá espacio para la curiosidad, para las prácticas inéditas. Claro que esto suele violarse, pero no indefinidamente, porque hay una cultura que se opone a la violación.Este no es un modelo a seguir, pero sí debería tomarse en cuenta. El debate intelectual de naturaleza política tiene sus especificidades y está más emparentado con el poder, lo que le asigna peculiaridades y serias distorsiones. Tener esto presente, es fundamental.La religión y la ciencia positiva, se presentaron como verdades únicas. También algunos marxismos. En el primer caso, ello condujo a la inquisición y la crisis de las religiones; en el segundo caso, a la crisis de la ciencia y a cambios sustanciales en los paradigmas. En el tercer caso, a la crisis del socialismo soviético, la destrucción de la URSS, a que la idea de una revolución profunda, retornase a las catacumbas y en las últimas décadas del siglo XX se impusiera el neoliberalismo, con todos los efectos perversos que conocemos. La humanidad ha pagado bien caro las equivocaciones de grupos elitescos, que prevalidos de poder, quisieron imponer su particular visión del mundo. No deberíamos olvidarlo. Sobre todo porque en América Latina fue necesario que emergiese triunfante, por la vía electoral, el socialismo bolivariano, para que de nuevo se levantase con fuerza por todo el continente, incluso, por el mundo, el grito de: un mundo mejor es posible. Los revolucionarios venezolanos debemos saber entonces, las consecuencias de tomar decisiones que, quiérase o no, tienen repercusiones internacionales. Es de esperarse que sea para bien.No hay, no puede haber verdades absolutas, verdades que se cierran. Las verdades son relativas al tiempo, al contexto donde se dicen; a los problemas que las legitiman, a las cuestiones que resuelven, a las dudas que plantean, pues todas las verdades quedan abiertas al cuestionamiento, para que los procesos orientados a comprender, a construir y deconstruir, a pensar profundamente, a crear utopías, vivir libremente, lo que quiere decir, amar, trabajar, soñar…, puedan avanzar transformando, revolucionando, ascendiendo en espiral.Sólo las verdades sagradas, según el credo de cada quien, son absolutas y con ellas también hay que saber convivir, salvo que atenten contra la dignidad humana, lo cual tiene que ser seriamente probado.Tercera cuestión: ¿Quién prefigura a quién?:Generalmente en teorías marxistas sobre la organización política se ha sostenido que ella prefigura a la nueva sociedad. Generalmente también ello ha coincidido con una visión de la organización política como poseedora de la verdad, como vanguardia de todos los procesos, como constructora del futuro. Pero la organización política es en sí misma un producto social, que si es tal, no es el ojo del mundo, el que nos observa, nos vigila, sino una modesta creación humana históricamente determinada y limitada, que si se propone fines democráticos, no puede ser totalitaria y como la génesis de las demás creaciones humanas.Entonces, creo yo, que a estas alturas, no se trata de trabajar, pensar, reflexionar, para reproducir ese modelo de organización. Entre otras cosas por el alerta que como herencia aleccionadora nos dejó Marx: la historia no se repite y si lo hace, se da una vez como tragedia y la próxima como comedia. La historia no es lineal, pero tampoco circular, quizás sea más bien un desarrollo en espiral. Si un hecho se repite ocurre en una dimensión superior, con cualidades y significaciones nuevas. Por tanto, sólo en apariencia podría tener parecidos con el pasado.Me parece a mí por el contrario, que el tema más importante es la reflexión sobre el proyecto societario o los proyectos societarios que puedan resultar convergentes, por lo menos en sus líneas generales. Proyecto en relación al cual la organización política (que puede ser unida, pero no única) no es sino un instrumento más, muy importante, clave, pero uno más entre miles de organizaciones populares que han surgido e irán surgiendo; proceso de organización popular que generará sus propios liderazgos, no predeterminados por las organizaciones políticas, sino al contrario, serán los procesos de movilización, maduración de la conciencia y organización populares, los que irán creando y determinando los liderazgos políticos, que para ser tales, deben ser legítimos liderazgos sociales. Claro, la organización u organizaciones políticas siempre tendrán la tentación de imponerse e imponer liderazgos, pero eso, para decir lo menos, sería contrarrevolucionario, sería considerarse más importantes que el proceso mismo que les va dando origen.En consecuencia, es el proyecto societario, el proyecto de vida futura que va naciendo, que se ha puesto en marcha, el que determina a las organizaciones políticas, el que les da vigencia y las legitima. Entonces, los procesos de autolegitimación, de autoproclamación como vanguardias, no tendrían sentido.Si son los proyectos societarios convergentes los que le dan sentido estratégico a los procesos en marcha, parece conveniente dialogar sobre ellos.Por tanto, parece obligatorio para poder seguir hacia delante, señalar aspectos claves de un proyecto societario.Aproximaciones al Proyecto Societario:Mi punto de partida es identificar rasgos que este proceso ya ha ido mostrando, para irlos proyectando como horizontes para la sociedad futura. Es decir, voy a intentar trabajar no solo con mi imaginación y mis sueños, sino partiendo de hechos que ya están presentes hoy. Generalmente el futuro es una proyección del presente, aun cuando algunas veces se hace mirando hacia atrás, hacia el pasado, lo que nos enfrenta a los mismos riesgos de la mujer de Lot.1. Una sociedad ampliamente democrática: este proceso pudo nacer derrocando a un gobierno por la violencia, pero no fue así. Nació finalmente mediante una consulta electoral y se ha ido confirmando y consolidando a través de sucesivas pruebas electorales. En el futuro, creo, seguirá siendo así. Irá creciendo en profundidad y extensión mediante amplios procesos de movilización y educación en los cuales se irá construyendo una democracia cada vez más verdadera.2. Una sociedad diversa, plural, variada: así ha surgido este proceso y su futuro exitoso dependerá de que estos valores se afirmen.3. Una sociedad compleja desde el punto de vista clasista: no estoy planteando esto a partir de una consideración teórica, sino de la vivencia de más de ocho años. Situación que pervivirá indefinidamente, pues el bloque social que espontáneamente ha impulsado este proceso, lo impulsa y lo impulsará, no se define por la hegemonía de una clase en particular, sino por las complementariedades, y los conflictos que se van resolviendo mediante la práctica común, la reflexión y la construcción permanente de nuevos acuerdos cada vez más profundos, que van superando las diferencias o aclarándolas y dándoles su verdadero valor e importancia. Como se comprenderá, no estoy hablando de una negociación, sino de una construcción social colectiva, que requiere una voluntad subjetiva y pasos objetivos para marchar superando contradicciones. Lo que no se puede es imponer o decretar procesos, pues eso los destruye y en lugar de avanzar, se retrocede. Tampoco se puede decretar la extinción de una clase o sector social. Son las luchas reales las que van determinando la afirmación o extinción de clases y sectores sociales. Al final, el elemento subjetivo puede dar un empujón, como síntesis de aquellos que el elemento subjetivo va dando cotidianamente.4. Una sociedad multiétnica, mestiza y multicolor, como expresión de muchos siglos de sedimentación cultural, como sedimento germinal de una cultura de libertad, independencia y soberanía5. Una sociedad espiritualista, no confesional, pero con sólidos valores éticos y articulada sin prejuicios con las diversas formas de religiosidad y espiritualidad: que pueden ser ejercidas con plena libertad, en el contexto de una sociedad democrática.6. Una sociedad que reindica las cuestiones de género: que desarrolla estos problemas en un contexto de igualdad, de justicia, equilibrio y armonía, superando los valores machistas. Aquí es bueno recordar y retomar las críticas, que desde los movimientos de la mujer, se han hecho a los partidos políticos, incluidos los llamados revolucionarios, como encarnaciones de la familia patriarcal, del reino de lo masculino y del machismo.7. Una sociedad que va evolucionando hacia la cultura de la no violencia, pues va eliminando las raíces de la injusticia, la opresión, la dominación y todo tipo de explotación. Que se prepara para defenderse de las agresiones, pero cuyo principal escudo protector es la defensa de la paz, para Venezuela, para el continente latinoamericano y para el mundo.8. Es una sociedad que va forjando una nueva síntesis del pensamiento revolucionario, va creando y recreando ese pensamiento, superando los ismos tradicionales: es una revolución que se alimenta con el pensamiento bolivariano, robinsoniano, del pensamiento y las prácticas de los pueblos indígenas, del pensamiento cristiano y por supuesto, del pensamiento de Marx, imprescindible para comprender la esencia del capital, la naturaleza del capitalismo, de sus tendencias a largo plazo, y comprender mejor sobre las estrategias a largo plazo para derrotar al capital. Surgirá entonces una síntesis nueva generadora de un pensamiento nuevo, como uno de los aportes de la revolución bolivariana para Venezuela y el mundo. Cómo se desarrollará este proceso de sedimentación tiene que ver no sólo con mirar y elucubrar hacia el futuro, sino con la capacidad de observar y recoger los testimonios de lo que está ocurriendo aquí y ahora, sobre todo en las localidades: cómo distintas corrientes revolucionarias se encuentran en la práctica y están generando procesos unitarios de transformación, no sólo de la realidad, sino también del pensamiento; cómo ese proceso de encuentro puede conducir al desencuentro, pues grupos, personas, tendencias autodefinidas como muy revolucionarias, pueden ser en verdad unos saboteadores, unos corruptos; también los desencuentros con aquellos que en verdad no han sido revolucionarios y solo han andado buscando oportunidades para obtener logros egoístas; cómo en las asambleas de ciudadanos, en los concejos comunales, etc. gente partidaria del gobierno y gente de la oposición, se encuentran para emprender proyectos comunes. Los libros y las teorías nos van a seguir diciendo mucho, pero es desde ese laboratorio vivo, cotidiano, donde vamos a conocer más profundamente sobre el pensamiento y la práctica de la nueva sociedad. Ocho años de lucha ya van “soñando caminos”.9. Una sociedad solidaria, internacionalista, que no es el resultado de la revolución en un solo país, sino de la conjugación de los esfuerzos endógenos con los esfuerzos del combate internacional contra el capitalismo: hoy día esto se comprende más claramente y hace posible derrotar la prédica chovinista, establecer lazos cada vez más sólidos entre los pueblos y construir una sociedad cada vez más consciente de sus deberes para con todos “los condenados de la tierra”, como dijera Fanon.10. Una sociedad soberana, igualitaria, de justicia, independiente, sólidamente integrada, con voz propia en los escenarios internacionales, orientada a la destrucción de toda forma de dominación imperial y a la construcción de un mundo de iguales, donde las fronteras creadas por los poderosos vayan desapareciendo y paulatinamente se vayan creando vínculos transfronterizos, apoyados en el respeto y los profundos sentimientos de solidaridad, integración y cooperación entre los pueblos.11. Una sociedad ecológicamente sustentable: este camino todavía no está claro para la revolución venezolana, que se debate entre el desarrollismo depredador y la protección de la naturaleza. Pero en este punto se le va la vida a esta revolución, pues se puede quedar sin espacio y sin tiempo para construir, soñar, vivir y morir con dignidad, pues antes de eso, podemos haber agotado las fuentes de la vida, como ya está ocurriendo.Puedo decir más, pero mi intención no es la exhaustividad, sino colocar unos ejemplos que apoyen mi planteamiento sobre la necesidad de construir una organización u organizaciones políticas, tomando como guía el proyecto societario. Es como mirar lejos, hacia el futuro y con esos ojos mirar el presente, sin perder la conciencia del aquí y ahora.Una primera conclusión es que estamos viviendo una revolución inédita que está construyendo una sociedad no simplemente nueva, sino extraordinariamente inédita. Por lo tanto, requerimos soluciones inéditas. Como nos lo dijo ya Simón Rodríguez: inventamos o erramos.Algunos pasos inmediatos:Es importante decidir qué es lo que se quiere construir ¿Un partido vertical? ¿Una coordinación de grupos? ¿Una coordinación de un movimiento de movimientos? ¿Una red de redes? ¿Un frente de organizaciones?En principio se puede decir que cada una de estas opciones tiene ventajas y desventajas, 1) según el grado actual de desarrollo del movimiento popular venezolano, las tendencias que puedan vislumbrarse y 2) según el proyecto societario que se proponga.Una referencia teórica:Como un simple ejercicio me parece conveniente observar, por lo menos, la manera como Marx resolvió la constitución y unificación de la I Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores. Voy a tomar un texto de un trabajo que redacté en el debate sobre el partido único y que circuló por Internet. El asunto se planteó así: dice Engels (1873):Cuando la clase obrera europea hubo recuperado las fuerzas suficientes para emprender un nuevo ataque contra el poderío de las clases dominantes, surgió la Asociación Internacional de los Trabajadores. Esta tenía por objeto reunir en un inmenso ejército único a toda la clase obrera combativa de Europa y América. No podría, pues, partir de los principios expuestos en el Manifiesto. Debía tener un programa que no cerrara la puerta a las tradeuniones inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles, y a los lassalleanos alemanes. Este programa… fue redactado por Marx con una maestría que fue reconocida hasta por Bakunin y los anarquistas. Para el triunfo definitivo de las tesis expuestas en el Manifiesto, Marx confiaba tan sólo en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción conjunta y de la discusión. (p. 103)Ahora voy a permitirme un análisis interpretativo del texto anterior:1. Engels, para las condiciones de 1864 –cuando se funda la Internacional- nos habla de reunir en un inmenso ejército único a toda la clase obrera combativa de Europa y América, pero no en el sentido de construir un partido único, sino un centro unificado de todas las corrientes y organizaciones obreras, respetando a cada una de ellas. En nombre de ese respeto, Marx se toma todo el cuidado en la redacción del programa -una maestría, dice Engels- para lograr la unidad, sin pretender imponer el programa de los comunistas, que era una corriente más dentro del movimiento obrero de la época.2. Marx confía en el desarrollo intelectual de los trabajadores mediante dos instrumentos básicos: la acción conjunta de todas las corrientes y organizaciones y la discusión. Esto llevará a un crecimiento de la conciencia y si los comunistas a través de la práctica demuestran su superioridad teórica y como combatientes por los derechos de los trabajadores, ello inclinará a la mayoría de estos hacia los comunistas.3. No se autoproclama a los comunistas como vanguardia de los trabajadores, sino que ello queda sometido a los resultados de la acción conjunta, es decir, de la lucha y la discusión.Tampoco se percibe aquí que la conciencia de los trabajadores, el desarrollo intelectual de la clase obrera, sea introducida desde fuera por intelectuales destacados, sino que es el resultado de la práctica conjunta, la unidad de los trabajadores y la discusión. Fin de la cita.De esto hace más de un siglo y las circunstancias y problemas planteados son bien diferentes, pero es bueno notar la solución que da Marx a una circunstancia compleja con diversidad de grupos y corrientes, que tratan de unificarse para la realización de objetivos comunes. No se va por el camino de la unidad orgánica, de la estructura vertical, ni del centralismo democrático, como manera de regular la vida interna.Otra referencia teórica importante refiere la manera como Lenin resolvió el problema de la organización. Es una cita de ¿Qué Hacer? (1966), donde Lenin dice:Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta solo podía ser introducida desde fuera. (p.142)Se ve claramente la base para la organización del partido de arriba hacia abajo, la sustitución de los trabajadores por el partido, luego de este por el Comité Central, al Comité Central por el Buró Político y a este por el máximo dirigente, lo que se lleva a su máxima expresión bajo la dominación de Stalin. La cita anterior puede ser complementada con la que Lenin toma como base, la de Kaustky, donde claramente se desestima la capacidad de los trabajadores para avanzar con autonomía.La posición de Kaustky, que Lenin refuerza conduce a la formación de un partido único de los revolucionarios, que significó en la experiencia concreta de la revolución rusa, un proceso excluyente: el que no milite ahí, el que está fuera siempre será sospechoso. Adiós a las pruebas de la acción conjunta y de la discusión, como dijo Engels que proponía Marx; adiós a la convivencia de distintas corrientes revolucionarias, que apelen a la práctica, unida a la reflexión sobre ella, como criterio de verdad. Ya conocemos las consecuencias que esto tuvo.El centralismo democrático y la libertad de tendencias:Como ya señalé, todo depende de lo que se desee crear: un partido centralizado, un centro coordinador, una red de redes, etc. El centralismo democrático tiene diversos orígenes y una historia también variada, que ojalá alguien se atreva a realizar. En procesos de confrontación, como fue el caso de Rusia, enfrentada a una guerra interna y a una agresión externa, el centralismo democrático está hecho a la medida para consolidar un bloque de fuerzas unificado capaz de derrotar las amenazas. Lo que quiero subrayar es que el centralismo democrático como conjunto de normas y políticas orientadas a regular la vida interna de las organizaciones políticas, no es ajeno a las circunstancias históricas y a los objetivos que dentro de esas circunstancias se proponen dichas organizaciones.No está demás decir que en Venezuela el centralismo democrático ha sido el instrumento utilizado por organizaciones de los más diversos signos políticos, por ende, no puede ser definido, en sí, como un instrumento revolucionario. Ha devenido en un conjunto de normas pragmáticas orientadas a reunir fuerzas, dejando de lado a las minorías, para dar batallas políticas que requieren de una importante concentración de opinión y decisión. Como tal, ha sido un instrumento útil para la concentración del poder y la pervivencia de políticas más allá del momento concreto que las originó.El centralismo democrático es pues muy útil para la concentración de fuerzas y esfuerzos tras determinados propósitos. En su proceso ha tendido a poner el acento en el centralismo y menos en la democracia, lo que se corresponde con su existencia dentro de organizaciones verticales ¿Puede corregirse esto? Esta por verse.Los centros de coordinación y las redes de redes han funcionado con otro criterio, más contemporáneo, más propio de los nuevos movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX y del siglo XXI. Aquí es particularmente relevante el estudio de las experiencias de Cecosesola (Estado Lara), otras organizaciones cooperativas y otros movimientos sociales de las zonas urbanas de Venezuela. También a nivel internacional es muy importante considerar la experiencia de los zapatistas.En el caso de los zapatistas la tendencia es a buscar la unanimidad para tomar una decisión. Las redes funcionan más con el criterio de tratar de consensuar objetivos dentro de definiciones políticas generales y estimular la participación voluntaria de una mayoría significativa de organizaciones, grupos y personas. Uno de los ejemplos mas reconocidos sobre una red eficiente, es el movimiento antiglobalización, caracterizado por su gran fuerza, diversidad y amplitud internacional.Sobre lo que estoy llamando la atención no es sobre la preferencia hacia una u otra forma de organización, sobre la superioridad de unas sobre las otras. Lo que estoy llamando la atención es sobre lo siguiente: cualquier decisión debe implicar un análisis sereno y profundo de las muy variadas experiencias organizativas que tenemos enfrente, más que la revisión de teorías y manuales, que no desestimo en absoluto. Pero desde los debates que se realizaron en el siglo XX hasta hoy, no sólo ha pasado tiempo, sino que posiblemente hayan ocurrido y estén ocurriendo varios de los hechos más significativos en la historia de la humanidad. Entonces, al hablar de la organización política, debemos tomar en cuenta que varios edificios organizativos han sido dinamitados y con ellos, edificios teóricos.Otra cosa es la libertad de tendencias. Hay una diferencia entre las fracciones y grupos de poder y las corrientes y tendencias que representen diversas opiniones. Las fracciones son grupos de juramentados, que como tales devienen en alcahueterías y complicidades con los miembros de la fracción, pues funciona no la solidaridad, sino los compromisos grupales orientados a mantener una mayoría y una determinada cuota de poder. Las tendencias o corrientes son otra cosa, no se estructuran como grupos de poder, sino como difusores, defensores y propulsores de determinadas tesis, como tales, su existencia puede ser transitoria o su composición puede cambiar en la medida que el fluir de los debates, si es realmente libre, puede estar reubicando y reestructurando la pertenencia a una determinada corriente, modificando su membresía. Este juego de corrientes o tendencias, que no se estructuren como grupos de poder, es muy útil y de gran vitalidad para las organizaciones, pero las fracciones o grupos de poder, que llegan a tener sus direcciones propias, deben estar explícitamente prohibidos. Es preferible antes de constituir una sola organización, explícitamente establecer un centro de coordinación de grupos y organizaciones, mientras se van creando las condiciones para que surja una unión real de tendencias. Parece conveniente explorar la unidad de acciónLa unidad de acción o la organización de la transición hacia la formación de una organización revolucionaria:Lo que uno puede esperar cuando se trata de la formación de una organización revolucionaria, llámese como se llame, es que ella sea una producción de los trabajadores y de todo el pueblo (del cual también forman parte los intelectuales revolucionarios), en un proceso creador donde la experiencia de lucha en el día a día, sea lo decisivo. Es decir, esa organización no puede ser el resultado de negociaciones, de acuerdos entre cúpulas o cosas parecidas; de la redacción del programa mínimo y el programa máximo de la revolución, de la creación de tales o cuales estatutos; por unas elecciones que no sean la expresión de procesos de maduración de la conciencia personal y social y acompañadas del mandato imperativo, entre otras condiciones. Una organización surgida al margen del proceso mismo de la maduración de la conciencia popular, puede estar formada por personas altruistas, bien intencionadas, abnegadas y comprometidas con una utopía, pero no es una organización revolucionaria surgida de las mismas luchas populares. Los prejuicios democrático-burgueses van a estar presentes durante un tiempo que no podemos prever. Sin embargo, la construcción al calor de las luchas va generando un control recíproco fraterno, cotidiano, no punitivo. En ese proceso no existirá quien invocando su origen de clase, pueda lanzar la primera piedra. Es en la fragua de la solución de conflictos a favor de los intereses populares, como van surgiendo nuevos valores, una nueva conciencia.Entonces, lo primero que hay que establecer con claridad, es que esa no es una organización revolucionaria, que es una organización en transición, que es una organización para resolver urgencias que se le presentan a un proceso en un momento determinado; pero que no es definitiva, que está destinada a desaparecer, que está destinada a irse disolviendo en la medida que el proceso revolucionario avanza y van surgiendo organizaciones propias del pueblo con las características que ellas mismas se vayan dando en la medida que las luchas se profundizan realmente y no según las expectativas de determinados grupos y/o dirigentes.Si este proceso está claro y en consecuencia, también está claro que no se está creando la vanguardia de la revolución venezolana, entonces el partido unificado podría surgir a través de los procedimientos que se acuerden y seguramente será de alguna ayuda para la coordinación, la unificación de iniciativas, la unificación de mensajes más coherentes; en fin para aquellas cosas que la realidad demande y que puedan desarrollarse evitando una de las mayores rémoras y obstáculos que pueden surgir: la formación de grupos de poder, fracciones personalistas orientadas a defender intereses egoístas, que reproducirían un panorama grupal a lo mejor peor que el que se está tratando de resolver.La integración de los actuales partidos y grupos en uno solo, puede plantear problemas más graves que los de hoy; por separado, muchas apetencias burocráticas y de poder, se resuelven más fácilmente en la medida que cada partido prescinde del otro para impulsar sus iniciativas específicas, pero ahora estrían obligados a la disolución como partidos y a la concertación y unificación. Pero el comportamiento grupal no desaparece de un día para otro. Es un cáncer que carcome a todos los partidos, pues estos, por antonomasia, son grupos para el juego de poder. El Partido Comunista de la URSS (PCUS), abolió las fracciones, las tendencias e impuso un centralismo democrático severo. Sin embargo, los grupos y fracciones siguieron manifestándose y finalmente estas cosas fueron resueltas policial y judicialmente. Sería bueno verse una y otra vez en ese espejo.Resulta muy importante entonces que en el proceso de constitución del partido unificado, la afiliación sea absolutamente voluntaria sin formas de coacción. Por el contrario, debe distinguirse entre la unidad orgánica y la unidad de acción, que es una forma democrática para resolver las diferencias sobre la base de la acción conjunta y la reflexión-discusión, como aconsejaba Marx en los tiempos de la I Internacional. Ahora deben integrarse los que estén seriamente convencidos, que saben perfectamente que no se unen para reproducir un clima fraccional, peor que el que pueda existir en la actualidad.No es suficiente la elección por la base:Nunca será suficiente la insistencia en este punto. La elección por la base es una condición necesaria, pero no suficiente. Es necesario establecer por mandato legal, no simplemente estatutario, que todo el que ocupe un cargo de dirección adquiere un compromiso directo con los electores. Se trata del mandato imperativo. Pero hay que ir más allá, pues es necesario no sólo que el elegido quede comprometido con los electores, sino que estos se comprometan con el elegido. Es necesario establecer un claro sistema de corresponsabilidad.Algunas batallas que las revoluciones del siglo XX no ganaron:Aspiro en algún momento posterior abordar esta como agenda de trabajo que dejo pendiente con la intención de compartirla. Ya veremos si las urgencias de la cotidianeidad me lo permiten:-La batalla por orientar a toda la población: se trata de orientar, educar y compartir con por lo menos el 90% de la población, aquella que en principio está interesada en un cambio profundo.-La batalla por la democracia: generalmente las revoluciones del siglo XX en su lucha contra la democracia burguesa, tendieron a llevarse por delante a la democracia como tal, es decir, a la libre expresión de la mayoría de la población más allá de la visión restringida de los círculos dirigentes.-La batalla para lograr la mayoría de la población, lo que incluye la relación con los sectores intermedios: en línea con lo que vengo diciendo, se trata de replantearse seriamente la relación con los sectores intermedios de la sociedad. En la experiencia reciente de Venezuela, esto se muestra como un asunto no resuelto.-La batalla por los valores: el alma, el corazón y el cerebro de una revolución están comprometidos en la transformación de los valores simultáneamente con los cambios de la sociedad. No se le ha dado suficiente importancia al cambio personal y la relación entre este y los cambios colectivos. Tampoco se le ha dado suficiente importancia al papel que tiene el cambio de los dirigentes, al liderazgo por modelaje; no siempre ha estado claro que una cosa es la prédica sobre el cambio de valores y la práctica cotidiana sobre ese cambio. Los grupos de pioneros y de jóvenes adoctrinados permanentemente, no ha sido suficiente.-la batalla por la producción: Producir bienes y servicios en cantidad y calidad necesaria para toda la población, ha sido un reto insuperable hasta ahora. La experiencia soviética se movió entre el comunismo de guerra y la Nueva Política Económica; luego entre el gradualismo bujarinista, la colectivización forzosa y la industrialización centralizada con el acento en la industria pesada. De ahí en adelante ha sido difícil encontrar una solución que no pase por sacrificios innecesarios para la población, que no haya convertido el paraíso socialista en variadas formas de sufrimiento.-La batalla de los conflictos y consensos con el capital durante todo el proceso de transición: este punto está vinculado con el anterior, pero ahora prefiero no realizar comentarios más ligeros que los que ya he hecho. Esta batalla por la producción ha estado vinculada a la batalla por encontrar una relación funcional entre las distintas formas de propiedad: la propiedad pública, la propiedad privada (la gran propiedad, la pequeña y mediana propiedad, los colectivos privados, la propiedad social, etc.)-La batalla por la vida ¿Socialismo o muerte?: El general Ribas en la batalla de la Victoria lo resolvió de manera adecuada, como lo ha señalado el Presidente Chávez en algunas oportunidades. No podemos escoger entre vencer o morir, necesario es vencer. La batalla de la Victoria se convirtió entonces y en una batalla por la vida y así quedó para la historia.-La batalla por el autogobierno: por ahora se puede plantear así: ¿Qué pasará con los consejos comunales? A partir de esa pregunta tenemos algunas cosas qué decir-La batalla por sociedades ecológicamente sustentables: las revoluciones anteriores no lograron trascender el desarrollismo productivista y depredador de la naturaleza. El proceso venezolano hasta ahora no tiene un rumbo definido ¿Cómo será?-La batalla para lograr una relación constructiva con la religiosidad: esta es una batalla que por ahora el proceso venezolano viene ganando. Despejar nubarrones y seguir adelante es la tarea. Algunas de las pruebas están planteadas en relación al modelo educativo. Una batalla centrada en la solidaridad, el altruismo, la honestidad, etc., como valores supremos, no debería tener problema alguno. Depende cómo se desarrolle, el estilo, la precisión conceptual, etc. julio.escalona@gmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)